Esta novela narra eventos históricos por los que atraviesan sus personajes en las diferentes épocas y lugares. Su lectura permite comprender de qué manera fantasmal somos rehenes de mandatos ancestrales y cómo estos determinan las vidas de las futuras generaciones.

A modo de ficción, la sagaz escritora, con sabiduría, en su experimentada trayectoria profesional, conduce a reflexionar acerca de cómo el sujeto está determinado simbólicamente por la estructura familiar.

Así la autora de esta obra expresa:

Todos tenemos una historia que se inicia a partir de nuestros recuerdos, los más tempranos. También tenemos una prehistoria que opera en cada uno de nosotros como un campo gravitatorio del que no podemos escapar. Es el tiempo que antecede a nuestra existencia. Es el tiempo de nuestros antepasados: sus alegrías y sufrimientos, sus esperanzas, sus ambiciones, sus frustraciones, sus logros, en fin, todo lo que constituye un bagaje de información ancestral que nos es transmitido a través de los genes, de generación en generación.